Actitud humanista: Hacia una ética de la paz

Actitud humanista: Hacia una ética de la paz

Oct 22, 2009. Por Leticia García Farías.

Conferencia Internacional Paz y Derechos Humanos.
Quito, 22 y 23 de octubre del 2009.
Programa Andino de Derechos Humanos – Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.

“Actitud humanista: Hacia una ética de la paz”.

Leticia García Farías*
Chile.

El Centro Mundial de Estudios Humanistas (CMEH) es un organismo que forma parte del Movimiento Humanista. Éste surgió el 4 de mayo de 1969 con una exposición pública de su fundador, Silo, conocida como La Arenga de la Curación del Sufrimiento; dada en un paraje de la Cordillera de los Andes llamado Punta de Vacas, a los pies del Aconcagua, cerca de la frontera entre Argentina y Chile. Desde allí, desde el techo de occidente en el Conosur, durante los siguientes 40 años, se ha extendido este mensaje hacia toda la Humanidad.

El Movimiento Humanista se basa en la corriente de pensamiento conocida como Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista. Ésta se encuentra expuesta en la obra de Silo y en la de los diversos autores que en ella se inspiraron.

Este pensamiento, que implica también un sentimiento y una forma de vivir, se plasma en múltiples campos del quehacer humano, dando origen a diversos organismos y frentes de acción.

Además del Centro Mundial de Estudios Humanistas, los otros organismos surgidos del Movimiento Humanista son: La Comunidad para el Desarrollo Humano, el Partido Humanista, Convergencia de las Culturas, y Mundo sin Guerras y sin Violencia, organismo de cuya iniciativa surge la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia.

Todos ellos se aplican en sus campos específicos de actividad con un objetivo en común: humanizar la tierra, aspirando a contribuir así a aumentar la libertad y la felicidad de los seres humanos.

Asimismo, tienen en común la metodología de la No-violencia Activa y la propuesta del cambio personal en función de la transformación social.

El CMEH fue presentado en el Primer Foro Humanista Mundial celebrado en Moscú en octubre de 1993, es una organización dedicada al estudio, investigación y difusión del pensamiento y visión del Humanismo Universalista y su aplicación a los problemas de la sociedad y la ciencia actuales.

Auspicia toda tendencia al desarrollo del conocimiento, por encima de las limitaciones impuestas al saber por prejuicios aceptados como verdades absolutas e inmutables, promoviendo el pensamiento estructural, dinámico, relacional y crítico.

El CMEH desarrolla su accionar en diversos países, continentes y zonas culturales a nivel mundial. Se propone la elaboración de producidos (escritos, audiovisuales, etc.) y programas de trabajo, la capacitación a otros y la difusión de la doctrina del Humanismo Universalista, orientada a la transformación personal y social, con el compromiso de aplicar estos conocimientos sólo para el bienestar y desarrollo del ser humano.

Si bien la doctrina del Humanismo Universalista es de una gran amplitud y riqueza, podemos destacar los siguientes puntos como la base conceptual sobre la que se construye esta nueva visión sobre el ser humano, la sociedad y la historia.

El Humanismo Universalista define al Ser Humano como el ser histórico cuyo modo de acción social transforma su propia naturaleza. Un ser abierto al mundo, de dimensión histórico social, cuya conciencia es activa y cuya actividad es transformadora del mundo de acuerdo con su intención. Intención lanzada a la superación del dolor y el sufrimiento, que lo lleva a humanizar la naturaleza, la sociedad, su propio cuerpo y a si mismo.

La experiencia como punto de partida.

El Humanismo Universalista desarrolla su doctrina partiendo de la experiencia humana. No parte de ideas, teorías o abstracciones, sino de la observación de la propia experiencia. Esto lo lleva a realizar sus desarrollos incluyendo al observador en estructura con el fenómeno observado y no desde una pretendida objetividad dada por no considerar cómo el observador afecta lo observado.

Esta posición del observador lleva a ejercitar la descripción rigurosa, propia de la fenomenología, antes que su interpretación desde una teoría; lo cual se expresa en un método que busca no sólo la explicación, sino fundamentalmente la compresión de lo estudiado

En este sentido y en esencia, la Psicología Humanista parte de la experiencia de lo existente como estructura conciencia-mundo.

La conciencia, además, se experimenta abierta al mundo y en permanente dinámica. Es esta estructura dinámica la base de la experiencia humana de la que parte la doctrina del Humanismo Universalista.

Desde estos fundamentos se desprende una metodología del pensar y una ética de la acción.

Se observa en la conciencia una doble capacidad. Por una parte, la de captar los fenómenos de los mundos externo e interno; y por otra, la de intentar ordenar y dar sentido a lo que se experimenta, a través del pensamiento. Es desde los registros del pensar y la observación de los mecanismos que lo constituyen, que se puede fundamentar una metodología del conocimiento basada en la “experiencia del pensar”. Los desarrollos más generales del pensar permiten, a su vez, la formulación de un conjunto de principios y leyes universales.

El CMEH propone, para sus estudios e investigaciones, un método basado en la observación de la experiencia del pensar. Este método, junto con los principios y leyes universales, conforman una estructura coherente que facilita la comprensión de los problemas abordados.[i]

Este Método, el Método Estructural Dinámico, se presenta como un conjunto de procedimientos analítico-sintéticos, que permite ordenar los fenómenos que se estudian y facilitar su comprensión. Su ejercicio tiende a reeducar el modo de encarar el aprendizaje y el modo de comprensión, siendo una herramienta de transformación del que investiga y del mundo que lo rodea.

Podemos adelantar aquí que, teniendo la experiencia como punto de partida, la validez de los actos de conducta no se puede ponderar sino por el registro de coherencia o incoherencia que de ellos se tenga.

Sobre la ética en la acción y las dos propuestas que orientan hacia la coherencia, nos referiremos más adelante, En este momento es fundamental preguntarnos…

La Actitud Humanista ya estaba presente antes del acuñamiento de palabras como “humanismo”, “humanista” y otras similares.

El Humanismo Universalista destaca la existencia de momentos humanistas en la historia de las diferentes culturas, en los que se pueden detectar la manifestación de la Actitud Humanista, la posición común en distintas culturas se expresa en:

  1. Propiciar la ubicación del ser humano como valor y preocupación central, de tal modo que nada esté por encima del ser humano, ni que un ser humano esté por encima de otro.
  • Afirmar la igualdad de todas las personas y trabajar por la superación de la simple formalidad de iguales derechos ante la ley, avanzando hacia un mundo de iguales oportunidades para todos.
  • Reconocer la diversidad personal y cultural, afirmando las características propias de cada pueblo y condenando toda discriminación que se realice en razón de las diferencias económicas, raciales, étnicas y culturales.
  • Auspiciar toda tendencia al desarrollo del conocimiento, por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento, por prejuicios aceptados como verdades absolutas o inmutables.
  • Afirmar la libertad de ideas y creencias.
  • Repudiar no solamente las formas de la violencia física, sino todas las otras formas de violencia: económica, racial, sexual, religiosa, moral y psicológica, como casos cotidianos arraigados en todas las regiones del mundo.

La Actitud Humanista, fuera de todo planteamiento teórico, puede ser comprendida como una “sensibilidad”, como un emplazamiento frente al mundo humano en el que se reconoce la intención y la libertad en otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia.

Si aludimos a una definición sencilla del concepto Paz, podríamos decir que ésta es generalmente definida, en sentido positivo, como un estado de tranquilidad o quietud y en sentido opuesto como inquietud, violencia o guerra.

Puede hablarse de una Paz social como entendimiento y buenas relaciones entre los grupos o estamentos sociales dentro de un país. En el plano individual, la paz designa un estado interior reconciliado, libre de culpa y resentimiento. Así, la Paz es deseada para uno mismo y para otros, hasta el punto de convertirse en un propósito de vida.

Las posiciones definidas en la Actitud Humanista, requieren de cada individuo y de conjuntos humanos en crecimiento, el desarrollo de esta nueva “sensibilidad” y este compromiso de acción que profundice la Paz en uno y que la lleve a los demás.

Decíamos anteriormente que, teniendo la experiencia como punto de partida, la validez de los actos de conducta no se puede ponderar sino por el registro que uno tenga de ellos.

Por esto, más que una valoración moral externa, el Humanismo Universalista propone “Principios de Vida” que se relacionan con el registro interno y orientan la conducta hacia la realización de “acciones válidas”.

Los indicadores que permiten identificar estas “acciones válidas”, es decir aquellas que dan sentido, coherencia y crecimiento interno, son:

  • el registro de profunda distensión al ser realizados,
  • el deseo de ser repetidas,
  • la sensación de crecimiento interno.

Por el contrario, aquellas acciones que producen contradicción entre lo que se hace con lo que se piensa y se siente, debilitan el desarrollo interno de las personas.

En términos sociales, la relación con los otros debe a su vez considerar no perjudicar a los demás con la propia acción, y para que esto sea coherente con lo anterior habrá que considerar la regla de oro que enuncia “trata a los demás como quieras ser tratado”.

Las actividades solidarias genuinas, aquellas que buscan el bienestar del conjunto más que los propios intereses, van en esta dirección y aportan a la construcción de la Paz y al crecimiento de la sociedad humana.

Pensar, sentir y actuar en la misma dirección, y tratar a otros como uno desea ser tratado, son dos propuestas tan sencillas que pueden ser entendidas como simples ingenuidades por gente habituada a las complicaciones.

Sin embargo, tras esa aparente candidez hay una nueva escala de valores en cuyo punto más alto se pone la coherencia; una nueva moral para la que no es indiferente cualquier tipo de acción; una nueva aspiración que implica ser consecuentes en el esfuerzo por dar dirección a los acontecimientos humanos.

Tras esa aparente candidez se apuesta por el sentido de la vida personal y social que será verdaderamente evolutivo o marchará a la desintegración.

No podemos ya confiar en que viejos valores den cohesión a las personas en un tejido social que día a día se deteriora por la desconfianza, el aislamiento y el individualismo crecientes. La antigua solidaridad entre los miembros de clases, asociaciones, instituciones y grupos va siendo reemplazada por la competencia salvaje a la que no escapa la pareja ni la hermandad familiar.

En este proceso de demolición no se elevará una nueva solidaridad en base a ideas y comportamientos de un mundo que se fue, sino gracias a la necesidad concreta de cada uno por direccionar su vida, para lo cual tendrá que modificar a su propio medio.

Esa modificación, si es verdadera y profunda, no puede ponerse en marcha por imposiciones, por leyes externas o por fanatismos de cualquier tipo, sino por el poder de la opinión y de la acción mínima conjunta entre las personas que forman parte del medio en que uno vive.

El Humanismo Universalista aspira a la construcción de una Nación Humana Universal como meta del proceso social humano. Pero trabajar por este objetivo conlleva una metodología de la acción coherente con su ética. Esta metodología es la no-violencia.

La no-violencia puede ser comprendida como un sistema determinado de conceptos morales que rechazan la violencia, así como una estrategia de lucha consistente en la denuncia sistemática de todas las formas de violencia que ejerce el sistema.

Reconoce entre sus antecedentes las acciones desarrolladas por Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Kwame Nkrumah, entre otros.

A diferencia del pacifismo que es una denuncia contra el armamentismo, la No-Violencia se constituye en un método de acción y un estilo de vida.

Este método de acción conjuga la coherencia interna de pensar, sentir y actuar en la misma dirección, con la coherencia social de tratar a los demás como uno quiere ser tratado.

El ser humano, en su movimiento hacia la libertad, es decir en su lucha por superar las condiciones de dolor y sufrimiento, encuentra en la metodología de la no-violencia una herramienta de transformación del medio histórico-social coherente con la construcción de la Nación Humana Universal y con su propio registro interno de unidad.

En esta línea de acción está enmarcada la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia. La primera Marcha Mundial de la historia humana. Un gran gesto épico orientado a crear conciencia en el mundo entero por la Paz y el desarme. Pero también para despertar la conciencia de la No-Violencia que nos permita rechazar no sólo la violencia física, sino también toda forma de violencia (económica, racial, psicológica, religiosa, sexual, moral, etc.).

Esta nueva sensibilidad podrá instalarse y conmover las estructuras sociales, abriendo el camino para la futura Nación Humana Universal.

La Marcha Mundial es un llamado a todas las personas a sumar su esfuerzo y tomar en sus manos la responsabilidad de cambiar nuestro mundo, superando su violencia personal, apoyando en su ámbito más próximo y hasta donde llegue su influencia.

La verdadera fuerza de esta Marcha nace del acto sencillo de quien, por conciencia, adhiere a una causa digna y la comparte con otros.

La Actitud Humanista, fuera de todo planteamiento teórico, puede ser comprendida como una “sensibilidad”, como un emplazamiento frente al mundo humano en el que se reconoce la intención y la libertad en otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia.

El Humanismo Universalista destaca la existencia de momentos humanistas en la historia de las diferentes culturas, en los que se pueden detectar la manifestación de la Actitud Humanista.

Las posiciones definidas en la Actitud Humanista, requieren de cada individuo y de conjuntos humanos en crecimiento, el desarrollo de esta nueva “sensibilidad” y este compromiso de acción que profundice la Paz en uno y que la lleve a los demás.

Esto sólo es posible si los seres humanos orientan su conducta hacia la realización de “acciones válidas”, esto es, aquellas que dan sentido, coherencia y crecimiento interno.

Pensar, sentir y actuar en la misma dirección, y tratar a otros como uno desea ser tratado son las dos propuestas que marcan una nueva escala de valores en cuyo punto más alto se pone la coherencia; una nueva moral para la que no es indiferente cualquier tipo de acción; una nueva aspiración que implica ser consecuentes en el esfuerzo por dar dirección a los acontecimientos humanos.

El ser humano, en su movimiento hacia la libertad, es decir en su lucha por superar las condiciones de dolor y sufrimiento, encuentra en la metodología de la no-violencia una herramienta de transformación del medio histórico-social coherente con la construcción de la Nación Humana Universal y con su propio registro interno de unidad.

Finalmente, la búsqueda del conocimiento o su aplicación también deben tener un necesario marco ético que exija que la investigación y utilización del conocimiento sólo puedan estar a favor del crecimiento de la vida humana y nunca generar o justificar su daño o destrucción.

Es por esto que el CMEH propone que la investigación científica deba ser acompañada por un “Compromiso Ético” que explicite y comprometa a los estudiosos e investigadores a utilizarla solo a favor de la vida humana. Compromiso que constituye el fundamento de toda investigación y orienta la dirección mental del investigador, que simultáneamente al desarrollo de su acción, profundiza un proceso de transformación de sí mismo.

Esta y no otra puede ser la finalidad del conocimiento, que por otro lado es patrimonio del proceso humano y que será entonces un “buen conocimiento”.

En noviembre de 2008, en el 1° Simposio Internacion al del CMEH “La Ética en el Conocimiento” se formalizó el “Compromiso ético” en el cual quienes asistieron se comprometieron a: impulsar el desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado como verdad absoluta y a aplicar este conocimiento sólo para el bienestar del ser humano, para la superación del dolor y del sufrimiento.”

Y se realizó un llamamiento a todas las universidades, colegios, institutos de investigación, organizaciones sociales y culturales, para que se instituya este compromiso ético, a fin de lograr que el conocimiento se utilice sólo para vencer el dolor y el sufrimiento, para humanizar la Tierra.

¡Paz, Fuerza y Alegría!

Silo, Apuntes de psicología, Rosario, Ulrica Ediciones, 2006.

CMEH, Bases conceptuales del Humanismo Universalista, en http://cmehumanistas.org/es/cmeh
CMEH, Compromiso Ético, 2008, en www.cmehumanistas.org/es/compromiso-etico.
Pompei, Jorge, Método Estructural Dinámico. Teoría y práctica, s.l., CMEH, 2008.
Silo, Obras completas, vol. I y II, Madrid, Plaza y Valdés, 2002.

* Leticia García Farías, Centro Mundial de Estudios Humanistas, Chile. Psicóloga. Miembro del Equipo Fundador del Centro de Estudios Humanistas de Chile. Directora de la Corporación Futuro Humano. Ha dictado conferencias, seminarios y cursos sobre Humanismo Universalista, Psicología, Educación y Derechos Humanos en diversas universidades de Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y México. Posee amplia experiencia en la formación de redes sociales de base y en la coordinación de equipos profesionales para el desarrollo de conocimiento aplicado.

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[i] Principios, leyes y método se desarrollan en el libro de Jorge Pompei, Método Estructural Dinámico, Buenos Aires, Jorge Pompei, CMEH, 2008.

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